viernes, 12 de agosto de 2016

Jorge González- Viñetas desde o Atlántico 2016

Jorge González (derecha), en su charla en Viñetas desde o Atlántico

Jorge González 

Conferencias de Viñetas desde o Atlántico 2016

Este dibujante argentino residente en España es uno de esos autores con los que Viñetas desde o Atlántico tenía una deuda para mostrar su arte. En este año, se prestó a venir a A Coruña y, para ello, se recorrió todo un país. Dejó aparcadas sus vacaciones de agosto, en los que no habla de comic con nadie, y rompió su ritual estival para estar presente en el salón gallego.

Jorge González inicia su charla diciendo que siempre le gustó dibujar y es una obsesión enfermiza. sobre todo cuando estás solo y lo usas como hobby. Luego vio gente que dibujaba comic y "que tenía familia y era feliz", por lo que le pareció una profesión aceptable. 
En Argentina, ser dibujante era un trabajo precario y el verdadero trabajo lo hizo en Europa sentado en un tablero. "Deja de soñar y ponte a dibujar", fue su lema. "En 1992 compraba revistas publicadas en 1984, todo el mundo alucinaba con Moebius sobre lo que dibujó una década antes. Había mucha falta de información sobre lo que se estaba haciendo, allí el mundo del cómic era todo inocente y triste. Aprendí una dura lección al llegar a Europa porque me dijeron que mi trabajo era una basura y tuve que ir a la librería de El Corte Inglés a ver qué se estaba haciendo en Europa. Tenía una gran falta de información", insiste sobre su primera etapa.

Señala que, en un mal momento personal, entró en contacto con su colega Horacio Antuna para realizar un libro, "algo que me parece mágico". "Cuando tienes algo en la cabeza, ves que puedes", añade. Antuna tenía un curioso método de trabajo: anotaba en unas hojas a la hora de su desayuno el guión con descripciones de escenas pero sin diálogos "y me lo dejaba en la mesilla y se iba. Era un método cutre pero muy divertido, me pareció un método orgánico y luego yo se lo devolvía y él pensaba qué es lo que había que escribir. Él tiene oficio y él cerraba siete opciones en una página antes de darme las anotaciones",  cuenta. 

Señala que un guionista kosovar,  que contaba su vida en un libro, le quería organizar todo su trabajo de dibujante y se pelearon durante dos meses. Al final de año y medio de colaborar juntos, el guionista le agradeció esa nueva visión que él no habría contemplado.
Miguel Anxo Prado incide en que muchos guionistas se creen que el dibujante es un "plot" y que por ahí surgen los conflictos.

González comenta que lee con atención los guiones y con el dibujo intenta que haya poco texto. Intenta saltarse el tema descriptivo.

Su técnica con lápices
Entre las novedades destaca su color, lo cromático, lo visual. Fue un autodidacta. "Lo vamos copiando y en Europa tenía como referentes a Miguel Anxo Prado. Lo pasaba por un filtro. Quería aprender a pintar y compré varios libros de pintores famosos (Van Goth, etc...) para aprender sobre el color. Trabajaba en una época sin ordenador y tenía miedo de meter la pata con los originales y dibujaba los borradores con lápiz para no equivocarme. Con el pincel sufría. Era la época de "Mendigo". Cuando trabajas feliz está bien, se trata de no pasarlo mal, hablaba solo como un tarado, estaba torturado hasta que descubrí la forma de pintar con lápiz fluido, pues era mi forma de dibujar sin miedo", afirma.

Encontrar tu voz es un mensaje que se transmite a los nuevos alumnos de la facultad de bellas artes. Pero él se opone. "Encontrar tu voz es algo ridículo, es algo que no entiendo porque venimos absorbiendo todo lo que vemos", señala.

En su trabajo consigo mismo, se dio cuenta de que podía escribir y dibujar.

Apareció una subvención para una animación y, en tono de broma, cuenta que "explotó" a cinco niños o becarios sin sueldo pero fue un poco precario y lo más durísimo el no pagar a nadie, solo los invitaba a comer y le daba algo de su propio dinero. "Trabajar uno solo está bien, pero en colectivo es más difícil porque hay que pagar", señala.

Cuenta que antes de obtener el premio FNAC pensaba abandonar el comic, entendió que su motor era hacer preguntas a través de la historieta. Empezó libros de tango, sociología hasta que hizo unas páginas y un texto de un proyecto y volcó lo que aprendió en los dos años anteriores.

"Cuando te sientas al tablero otra vez eres otra persona y dejas pasar algunos errores. O si llegaba a la página 40 y me daba cuenta de que iba mal no tenía problema en romperlo. Intento que mis libros se parezcan a mí", añade.

Planes de futuro y proyectos
"En el 2017 tengo que terminar un libro de 300 páginas que empecé hace un año y podré cambiar aquellas páginas que vea feas, por lo que se pueden cambiar. A partir de "Fueye" es permitir que surjan mis distintos yoes. No me gusta guardármelo, quiero experimentar este punto de vista narrativo, trabajando con ocurriencias y cuando descubro que tengo que hacer, busco cómo colocarlo y encajarlo. En "Fueye" tenía tiempo pero casi no borraba, estaba muy concentrado", indica.

Dice que le gustaría trabajar con los americanos porque pagan bien aunque "de superhéroes no entiendo nada, no sé dibujar una capa volando". No tiene tiempo para preparar diez páginas para presentar a los estudios americanos y que lo contraten. Ahora escribe un libro sobre su abuelo futbolista y también intenta saber qué es ser padre y a su vez hijo.

Método de trabajo
Él lo que más disfruta es lo previo, "el día que tengo que empezar a dibujar es el primer día que tengo que ir a trabajar. Me gustaría que el lector tuviese una inteligencia superior y que entendiese mis bocetos sin tener que dibujarlos", indicó.

Usa lápices y lo pinta y luego con el Photoshop lo deja arreglado. "Pintar 300 páginas como si fuese Chagall me muero. Doy anotaciones de color que le den un tono. Con Photoshop ya no tienes miedo al original, antes tenías miedo por si lo hacías mal, si se arrugaba", añade.

Trabaja en tamaños específicos en pequeño y luego lo escanea para trabajar a mayor tamaño, encontró su manera de dibujar y estar contento. Para "Ulises" trabajó con dibujos muy pequeños para hacerlos a toda prisa y luego los ampliaba para pintarlos. "Es horrible saber que el libro lo tienes en la cabeza pero que necesitas dos años de trabajo para plasmarlo en papel", confiesa.

El permanente conflicto con el lector

Miguel Anxo Prado señala que hay tensión permanente entre un autor y un público, y se produce el hecho de que hay gente que le gusta y otra que no. Prado cree que si a alguien no le gusta su trabajo "es que somos incompatibles y punto, si al lector le gusta te dá animo y si no, pues ya está".
Los intervinientes en la charla ponen como ejemplo que si todo el mundo pensase en trabajar para que le gustase a los demás jamás se habrían logrado éxitos como "Torrente, el brazo tonto de la ley", un gordo que no se lava y que hace todo tipo de tropelías. "Hay gente que intentó gustar al lector y fracasó", dicen.

Gonzalez pide respeto a los lectores porque primero deben valorar sus años de trabajo y esfuerzo y luego razonar porqué no les gusta un dibujo "porque necesito servirme de esa inteligencia".

También hay gente que habla de motivaciones que no tienen nada que ver. "Parte del disfrute pasa por no pensar en esa gente que no le gusta tu trabajo, Creo que debo dar todo de mí en ese año presente y no me he dejajo nada en el tintero", añade González.

Le apodan el "explorador de lo plástico". El dice que se divierte, no le da pereza imaginar historias pero sí ponerse a dibujar.

En su libro infantil que le encargaron unos amigos editores de Argentina, pidió a su hijo que pensase cuatro personajes cuando tenía año y medio y le ayudó con el guión. Fui anotando, le presenté un orden y lo fue dibujando.

González, a la pregunta de un miembro del público, dice que si le encargan un libro de superhéroes que no le gusta dibujar y tarda dos años y luego no le gusta a nadie y no se vende, "has perdido un partido por 2-0, por eso, al final es mejor hacer lo que te gusta porque si el libro no se vende solo pierdes 1-0".

Dice que es muy duro estar dos años con lo mismo, "tienes que hacer lo que te gusta o estar muerto de hambre para aceptar trabajar en algo que te desagrada". Cuenta que le ofrecieron pintar un story-board en China y lo rechazó porque no soportaría estar alejado cada tres meses de su familia y sentado en el tablero con tipos gritándole que dibujase escudos a los personajes. Para él, seria un ritmo y disciplina inaguantable.

En su libro "Patagonia", cuenta como se conforma ese espacio a lo largo de la historia. También acaba de dibujar "Maldit Allende" en Francia en colaboración con un periodista, una práctica nueva de colaboración entre periodistas y dibujantes que cuentan sus historias.

El 1 de septiembre, fin de sus vacaciones, le espera el inicio del dibujo "Llamarada", la historia de su abuelo futbolista. Habla de su padre, él y su hijo, habla de genética y otras cosas. Investiga el tema de la vocación. De septiembre hasta Navidad está dibujando sin parar.

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Resúmenes de las conferencias (por E.V.Pita) de autores de Viñetas desde o Atlántico 2016

Chris Claremont (guionista de X-Men)

Jorge González

Rubén Pellejero y Juan Díaz Canales ("Corto Maltés", segunda etapa)

Daniel Torres ("La Casa")

Ramón Marcos

Susana Bueno ("Vivió aquí")

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